viernes, 19 de junio de 2015

¡La Undécima Estrella!

Desde hace más de veinte años, no solo me limité a ver cestas, bloqueos, triples o volcadas. Recuerdo que tuve en mi formación académica, profesores glorias de esta familia. Evoco que al salir del liceo, iba a practicar Ingles con algunos jugadores, y a aprender de esquemas con la dirección técnica. Jamás olvido que del pueblo de mis padres apareció en esta cancha, un jugador de sobrenombre fantasmagórico. Viví con esta divisa, cambios de nombres, sedes, colores, reglas, jugadores y lo mejor, de actitud. Pude notar, al ritmo de la batucada, como una familia hacía del ser “campeón”, su misión y visión. E hice del baloncesto mi pasión.  

Inolvidable el primer día que pisé este tabloncillo. Sin contar la primera vez que encesté un triple bajo esta cúpula. Aquí grité, reí, lloré, sufrí. Entendí en las paredes de este lugar, el respeto y la solemnidad de oír el Himno Nacional, con vista a la bandera.

Desde 1991 y 1993 cuando las primeras estrellas dibujaron este uniforme, pude notar que el esfuerzo entre público y equipo, eran la clave del éxito. Vi como una casa se quedaba pequeña, de tanto crecer una familia.

Hubo momentos fatídicos, lesiones graves, minutos de silencio o aplausos por la pérdida física de personajes indelebles de nuestra memoria, campeonatos perdidos, campeonatos ganados por forfait, lágrimas en los ojos de jugadores y hasta lluvias de objetos. En contrapartida de esto último, también oí, más de cinco mil voces clamando justicia contra dos o tres sujetos, que lamentablemente no entienden de respeto.

Aquí conocí a muchos NBA de todo el mundo, pero ninguno dejó tan grata impresión, como la del nuestro. Ese dorsal catorce, que no solo alimenta al público con su juego, sino con todos los valores que su personalidad proyecta: humildad, pundonor, compromiso, disciplina y familia.
Vi a muchos subirse a los aros, y cortar sus mallas para guindárselas de medallas. Vi gradas vaciarse al tabloncillo, para compartir triunfos con sus héroes. Conocí a una hermosa doña, que pito en boca y bandera en mano, es y siempre será la madrina de todo el Estado Anzoátegui. Vi muchachos del barrio, descocer la rigurosa liga universitaria estadounidense, ser Jugador Mas Valioso en otra liga, y luego volver a casa y quedar campeón.

Aprendí –en piel de gallina– con una cesta triple de poco menos de la mitad de la cancha, que el juego no se acaba, hasta que se termina. Vi el nivel de reacción que pueden tener en la multitud, el grito “Lalo, lalo, la locura”, y un pañuelo blanco ondeado de forma circular.  

Hace algunos años oí “el primer equipo tricampeón” de la Liga Profesional De Baloncesto. Hace días vengo oyendo el término “decacampeón”. Y hoy, con el frenesí de todo un estado que creció yendo a “La Caldera Del Diablo”, veo como se dibuja en el equipo de mis amores la undécima estrella en su palmarés. ¡Viva Marinos de Anzoátegui! ¡Viva el campeón! Y vamos por la doce.

Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
·#Gabógeno


También puedes hallar el artículo en:
Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.


viernes, 12 de junio de 2015

Venezuela: Sembradío de fe

Diecinueve años de amistad a Ecuador. Dos grandes modelos de buena gente, tasadas en dos décadas de amistad, enrumbadas a Londres. El más grande prototipo de dulzura, espiritualidad y paz, radicada en México. Una madre adoptiva, vía al norte. Primos a Oceanía, Estados Unidos, Tobago, entre otros. Asimismo, hectáreas de afecto y cariño, en una sequía brutal.

Toda una vida cosechando las mejores amistades, escogiendo con pinza, regándolas con celo, desmalezando el terreno, en aras de obtener productos de calidad tan nutritivos como los amigos y la familia, para que un día, de la nada, un deslave sociocultural arruine toda la siembra.

Una dura pérdida de esfuerzo y tiempo. Una triste diáspora de talentos: periodistas, ingenieros, contables, profesionales de la salud, catedráticos de la industria petrolera, de la educación –que tanta falta hace– toda una legión de corazones desinflados por la zozobra y el horror, partieron a reconstruir sus vidas en huertos más fructíferos, con mejor calidad de cultivo.

Con todo y las fuertes raíces de estos tubérculos, las plagas fueron acechando el cultivo: secuestros, atracos, corrupción, ignorancia, hambre, miseria, desempleo, extinción de valores, inflación, desabastecimiento, carestía y otras más, fueron erosionando ese límite de tolerancia que cada quien, en su libre albedrío, decide hasta donde manejar.

Cuán difícil es ver el semillero venezolano, esparcido entre tantos países hermanos, que en vanguardia de condiciones, permiten germinar las habilidades de los nuestros, llevando ideas talentosas a realidades eficientes.

El arte de extrañar se ha hecho constante en estos hermanos, quienes en otras condiciones jamás habrían dejado su terruño. Ellos volverán a fertilizar sus tierras, cuando la tormenta haya cesado. Y Venezuela, la verdadera, la progresista, la que nunca debió dejar de ser, les estará esperando con los brazos abiertos para reverdecer este inigualable conuco de pensadores que tenemos como patria.    

El día que la voluntad funja como bactericida, al rescate de este noble pedacito de tierra, y regrese todo ese contingente de prosperidad, Maiquetía registrará el colapso más inaudito de su historia. Es el único “desastre”, que muchos esperamos ver. Que las colas para volver sean tanto o más largas, que aquellas para hallar papel higiénico, pañales o desodorante.  

Cuando cese esta lluvia infame, y se logre fumigar las plagas de este diluvio, queda aquí intacta la fe, de todos los núcleos familiares que han tenido que desintegrarse. Hermanos, aquí siempre se les querrá, pues Venezuela es el país de todos los Venezolanos. Su verde sembradío, los esperará con ansia.

Rodríguez R. Gabriel J.

@gabo_rodriguez3
#Gabógeno

También puedes hallar el artículo en:
Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.

sábado, 6 de junio de 2015

Populismo

La obsolescencia de una izquierda y una derecha, como términos políticos, es eminente. Algunos acontecimientos históricos las separaron acérrimamente. Pero una tendencia, las unió, desacreditándolas: El Populismo.

El populismo es una degeneración en la forma de hacer política, muy asiduo a nivel latinoamericano, que consiste en la manipulación desmesurada de las necesidades básicas del pueblo. Es un juego que fluctúa a la par de las ilusiones y pasiones de aquellos quienes se sienten marginados de alguna forma u otra por la sociedad. Lo que el poeta romano Juvenal definió como “panem et circenses” (Pan y Circo).

Con la comida y el entretenimiento como péndulo de hipnotismo, el pueblo –en casos por debilidad mental, y en otros por conveniencia– se fue olvidando de seguridad y justicia, como principales funciones del gobierno. Praxis que emasculó a través de ignorancia inducida, los bríos de un noble pueblo, quienes aprendieron a ver en el gobierno, una figura mesiánica, un “hada madrina”.

Por otra parte, el populismo en su sarcoma de abolición a la dignidad del pueblo, proclama tal frenesí por un pueblo pobre –monetaria y culturalmente– que hace todo lo “inhumanamente” posible, por reproducirlos. Este circo, basa sus propuestas electorales en un perenne oxímoron, en regalías, un una ristra de dádivas, que van parasitando con la palabra “gratis” a sus huestes, y escamoteando con alevosía a los marginados: ¿Quién dijo que lo gratuito es bueno? Mejor dicho: ¿Quién garantiza que lo gratuito, es realmente gratis?  

Ahora, con tantas décadas de este ritornelo absurdo ¿Será posible extirpar este linfoma social del pueblo? “Te garantizaré una mejor calidad de vida, pero tú tienes que trabajar” ¿Podrá un candidato ganar comicios con esta oferta?

A corto plazo la tarea es titánica, sin embargo la solución se encuentra en casa. Formando e inculcando en nuestros jóvenes el principio de libertad y sus bondades, como el hecho no depender de nadie. Transmitir a la juventud, que un ser humano digno, no necesita de las migas de nadie. Exhortando a la profesionalización, presentar a la generación de relevo, escenarios de estado de derecho, en donde se acentúe el panorama de un “deber ser” para ir así deslastrando, las monstruosas costumbres que quedan cuando se intenta hacer de algo común, algo normal.

Empoderar a los jóvenes, con las armas más infalibles contra los sistemas represivos: el análisis y el conocimiento. Sembrando así en esta gesta, la misión de ente multiplicador del mensaje, con la más inefable herramienta de enseñanza: el ejemplo.

Cuando el populismo se vea invadido por la rescisión de la ignorancia ­–gracias a un pueblo culto–, no le quedará más opción que dar paso a la república, en el máximo esplendor de este concepto.

Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
Gabógeno

Puedes hallar el artículo en:
Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.


viernes, 5 de junio de 2015

Teoría del Mesías II

Fue así como en el contexto histórico, económico y social, las riquezas materiales empezaron a cambiar la visión de una mayoría del gentilicio. La inclinación por ser un profesional bajó en un porcentaje escandaloso, viendo que “Papá Estado” lo podía todo a través de “La sombra del barril”.

Y la población empezó a hacerse estas reflexiones: ¿Para que esforzarme tanto, si “Papá Estado” me lo da todo? ¿Para qué ser profesional si medio trabajando en una empresa de gobierno estoy hecho? Con autodeterminaciones como estas nació otro fenómeno: “El Bolaalhombrismo”.

De tal forma, “Papá Estado” basado en esta “Teoría del Mesías”, se convirtió en un cáncer hereditario, que fue un testigo pasado de generación en generación – o de generación a degeneración– y hoy nos hundimos en ese colchón de triquiñuelas baratas de la política en las que se fueron olvidando, nuestras esperanzas, sueños y anhelos. Que desdicha la de un pueblo, al que se le ha olvidado soñar.

Conociendo ya de que va esta teoría, debemos aprender que no absolutamente todo puede caer en manos de la política.  Atribuir todo lo que nos ocurre a la política, es una forma muy cobarde de abandonar nuestras responsabilidades como ciudadanos. Dejando en claro que el papel de las autoridades sin dudas, cumple un rol determinante. Pero que nuestra aversión a medrar sea culpa siempre de un tercero y jamás de nosotros mismos, es una casualidad muy conveniente.

Resultando de esta soqueteada, que hay que tener conmiseración con esta pestilencia. Una deprimente carencia de actitud, que nos separa muchísimo de nuestros líderes más icónicos de la historia. Lo peor del caso, es que esta desfachatez nos lleva a posicionar en los curules más potentes de nuestros poderes, a personajes que sinceramente su falta de aptitud para estos menesteres, no sorprende. 

Como cierre, en este punto es pertinente hacer una inflexión pigmentaria. Las líneas aquí tejidas no pretenden defender a un sector azul, o a un sector rojo. Esta vulgar perorata, desea defender al sector gris, pues de la masa de este color, es que saldrán las soluciones que contribuirán al renacimiento de este país.

En la “Teoría del Mesías” se encuentra nuestra alícuota de responsabilidad en la involución de esta nación. Este retroceso ocurre, porque en cada plebiscito, comicios, referendo, elección, votación o sufragio, solemos votar por un color y no por una variedad de nombres. Nos empeñamos en seguir a una tolda y no a un programa reflexivo con variedad de pensamientos. Tenemos décadas de democracia y aun escogemos el color, rellenamos el ovalo o pulsamos la máquina, a favor de un grupúsculo y no de un compendio de ideas bien estructurado en proyecto, independientemente del origen.
Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
Gabógeno




Teoría ignominiosa que debilita nuestra idiosincrasia desde hace algunos años. Tesis que soporta el peso histórico de un país que se va filtrando entre los dedos. Un sector del gentilicio que se ha dedicado a ser adlátere y no figura principal de su propio progreso. Alimentando así, a una mazamorra de líderes –epíteto mal ganado– e izar la bandera negra de la ignorancia, en conciencias, que se debilitan inversamente proporcional, a como se acrecientan sus necesidades.

Y es que se ha apoderado de nuestro comportamiento, esta siniestra costumbre de esperar que alguien haga por nosotros, elija por nosotros, opine por nosotros, tome el control por nosotros. Hoy día, en el contexto internacional, los venezolanos nos hemos convertido, además de gurúes del petróleo, en hijos de “Papá Estado” o de lo que se denomina “Estado Benefactor”. Vegetamos en la incapacidad de discernir, de actuar, de preocuparnos menos, para ocuparnos más, todo bajo el carcoma de la esperanza cliché, de que alguien – no sabemos quién, ni cómo – pero alguien, nos salvará.

Observamos tranquilos, y en un exasperante estado de relajación, a doscientos años de independencia, desfilando en descenso al olvido. Todo con la paupérrima fe, que algo bueno nos deparará el destino, si nos sentamos tranquilos a ver como todo ocurre. La mayoría en el estado metastásico de la Teoría Del Mesías

Pero ¿Qué es un mesías? Según costumbre, es un personaje acérrimamente relacionado con religiones. No con política ni con politiqueros. He allí nuestro primer error.

Esta apoteosis, ha creado personajes diestros en la fomentación de camelos, artistas de la persuasión y hasta de la programación neurolingüística, llamados a domar – no gobernar – a esta manada de feligreses fanáticos, kamikazes homicidas que esperan que “El Mesías” los indemnice de por vida. 

Cuando el país estaba sumergido en un esplendoroso verde agrícola, que le aportaba buenas rentas al país, y las tierras eran trabajadas con doble amor, se preparaban así ciudadanos al trabajo, a madrugar, al organizar faenas de actividades en relación al tiempo de ejecución, a perseguir objetivos, en fin, el país estaba en un trance de buena vida o vida sana, que nunca supo. Todo marchaba armoniosamente hasta el punto en que apareció sin avisar: El petróleo, “La sombra del barril”.

Al momento que “La sombra del barril” se apoderó por completo de la geografía nacional, creció y emergió un flagelo que fustigó la perseverancia y el avance personal del psique venezolano: “Papá Estado”. Cuando “el papá” y “la sombra” se mezclaron, ya el cáncer de la mediocridad estaba muy avanzado en la sociedad. El descaro de las promesas electorales también empezó a tomar participación activa, cautivando vilmente la nobleza de un pueblo que luchó derramando mares de sangres para ser Independiente.

Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
Gabógeno

También puedes hallar el artículo en:

Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.
Con la señal de costumbre

Prescindiendo las terribles acepciones que se ha ganado la praxis política en nuestro continente, es pertinente centrarse en lo que son las labores de un parlamentario. La Asamblea Nacional, es el hemiciclo de manifestación, en donde deberían debatirse proyectos inherentes a las necesidades más demandadas de una nación.

Por tal razón, y basado en la envergadura de estas funciones, es importante postular a estos curules, a verdaderos y sesudos pensadores que logren hilvanar propuestas sensatas y cabales, con miras a soluciones factibles, efectivas y eficientes. Personajes diestros a la hora de la toma de decisiones, en aras de mitigar los flagelos que socaven a todos los venezolanos, sin distinción alguna, y con priorizaciones oportunas.   

Para que este concepto se materialice a plenitud, debe existir una amplia diversidad de pensamientos, que compenetre sus afinidades, y que de sus  incompatibilidades logren limarse cívicamente las asperezas, práctica que arrojará sin duda, una idea más labrada, diáfana  y pulcra a proponer, en donde la aprobación de la misma sea la consecuencia de una conformidad mancomunada.

Hasta ahora este escenario, es el deber ser. Lo que ocurre en Venezuela, dista mucho de este concepto. Por una inclinación primitiva, pensamos que una asamblea bicolor nos va a aportar ideas profundas. La misma tendencia nos exhorta a que teniendo la mayoría de un color –indistintamente de la naturaleza o idealismo– al estilo manadas, vamos a producir políticas gubernamentales exitosas.

Esta última  directriz es la que ha hecho, que no se discutan inconformidades, como si la verdad tuviese dueño absoluto. Como si alguna corriente fuese inequívoca, indiscutible e incuestionable. Groso error. Esta petulante costumbre es la que hace que en el escrutinio o conteo para dar consentimiento a una proposición se escuche: “Los que estén de acuerdo, con la señal de costumbre”, y que ni con una vista de soslayo, sea precozmente aprobado. En estos términos ¿Cree usted que se puede hacer política exitosa? ¿Cree usted que bajo estos juicios puede germinarse una solución?

El cromatismo de las ideas, el debate reflexivo, la pluralidad y multiplicidad de criterios, es lo que hará que de esta edificación de cúpula dorada, que en cuyo pináculo ondea perennemente nuestro pabellón nacional, salgan las ideas necesarias para reconstituir un país, un pueblo, una idiosincrasia, un gentilicio.

Yace aquí la importancia del derecho al sufragio, no solamente una moda, un color o una tendencia. No es la consagración a determinado partido político. No es seguir alimentando al fenómeno corrosivo del populismo. Votar es la responsabilidad de cada ciudadano, en incluir candidatos con propuestas vastas, reflexivas, transformadoras, prestadas a discernir, para que la bendita  “señal de costumbre” por lo menos por respeto, tarde un par de minutos en cuantificarse.

Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
Gabógeno
También puedes hallar el artículo en:
Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.


La Casa De Las Palabras

Desde el producto final de la inventiva de Gutenberg, hasta la era digital. Desde la A hasta la Z. Tres siglos de historia, se encierran en las paredes de esta edificación. Sobre el Museo Nacional del Prado, adyacente a la Iglesia de Los Jerónimos, el Casón del Buen Retiro, número 4 de la calle Felipe IV, Madrid, España, yace la sede principal de la Real Academia Española, bastión institucional del saber hispánico y evolución del idioma.

Para aquellos quienes aman el maravilloso arte de las palabras y el poder infinito que su combinación aporta en el inconmensurable proceso de comunicación, ven en esta “Casa de las Palabras y de la lengua” un santuario, de devoción y contemplación, al registro histórico de la lengua.

Este solemne palacio pasó del ingenio proyectista del arquitecto Miguel Aguado de la Sierra, a materializarse entre 1891 a 1894 en los predios de lo que a otrora fuese denominado Barrio Griego, flanqueado por el Jardín Botánico y la Puerta de Alcalá.

Un pórtico de cuatro columnas dóricas, da la bienvenida al recinto. Una colección de grabados de Francisco de Goya y Alberto Durero, más el inmaculado orden de sus libros, ejemplares, pliegos y volúmenes, aunado a las prodigiosas bibliotecas que jalonan las diversas estancias, el lugar manifiesta una suerte de sortilegio que exhorta a la respetabilidad y cautiva al estudio. La luz exterior se cuela mediante un exquisito vitral que reza “Limpia, fija y da esplendor”, lema que se acopla perfectamente, al compromiso purificador de la corporación, en hilvanar  y salvaguardar la belleza intelectual de este rico idioma.

En una fundición arquitectónica entre modernismo y tradición, aparece una apoteósica mesa oval, que  reúne los curules de cuarenta y seis miembros –identificados en cursiva con las letras mayúsculas y minúsculas del abecedario– entre catedráticos, pedagogos y literatos, que velan por la subsistencia, rendibú, apego  y acatamiento a la gramática, ortografía y demás paramentos que glorifican la magia de las palabras que se confinan en este lenguaje.

La inauguración del palacio, se preconizó el primer día de abril de 1894, bajo la presidencia de la reina regente María Cristina, en compañía de su hijo Alfonso XIII. La dirección de la Academia, le pertenecía a Juan de la Pezuela y Ceballos, conde de Cheste, quien leyó un impecable discurso de inauguración en la ceremonia.

En 1891, al séptimo día del mes de mayo, se realizó el acto simbólico de colocación de la primera piedra, en la construcción de la vigente, y sede principal de la Real Academia Española y su respaldo tricentenario. Razón por la cual se celebra hoy día, ciento veinticuatro años del inicio de su edificación. En el inicio de la cuarta centuria académica del idioma español, este edificio palaciego alberga en sus entrañas, todo progreso o trascendencia filológica y lexicográfica del habla hispánica.

Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodriguez3
Gabógeno

También puedes hallar el artículo en:

Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.
Paranoia y Zozobra Social

Saliendo de casa, inicia la operación comando. Armas el frugal kit: cédula, carnet de la empresa, y par de billetes para el pasaje. Cualquier otra cosa es un riesgo. Estrategia de supervivencia, cambio de Sim Card del Smartphone de uso informativo, al teléfono baratón –pues Dios libre, que en la requisa, no haya nada en stock– el cual, aun siendo un aparato austero, igualmente vale más de medio salario mínimo, por si a las moscas, lo portas en las medias, lo más cerca del zapato posible –no vaya ser que andando se caiga–.

Tu baratija de relojito, podría ser una tentación, va para la gaveta –veras la hora en el teléfono portable, cuando llegues al trabajo: si es que logras tal proeza–. ¿Te graduaste? ¡A nadie le interesa! Tu anillo de grado, el cual probablemente tengas solo como imagen de motivación al logro derredor, sin semblante jactancioso, sino como proyección de ejemplo, o por la razón que fuere, igual… también para la gaveta. La ropa más escueta,  los zapatos menos llamativos.

Luego de una decena de avemarías y padrenuestros, invocaciones de diferentes fuentes místicas y evocaciones a familiares difuntos, destrabas los tres pestillos que resguardan la reja –más la cerradura de la puerta de madera–  fisgoneas en previa inspección, y con una velocidad de un comics, logras salir de tu celda, jaula, o para no herir susceptibilidades, de tu hogar.

Empieza el calvario. El sonido de una moto te desprende el espíritu. Tratas de no generalizar, pero en ocasiones un prejuicio te ahorra un perjuicio. El motorizado es un padre llevando a su hijo a clases. La coprolalia te toma poseso, y te regresa el color bendito del alma. Trayecto de casa a la parada o estación de transporte urbano, continúa tu conexión religiosa, entre mantras y letanías al compás del caminar, completas rosario y medio.

Aparca el bus, medio abordas la unidad, repliegas tus lentes de sol –adquiridos en una óptica itinerantes de anime– para escrutar a los pasajeros, obviando el “Caras vemos, corazones desconocemos”. Es tu decisión centesimal abordar o desistir. Accedes. La mirada obsesiva, forma parte de tu tez. Quieres ir en la puerta por si alguna contingencia delictiva, un soliloquio maniático subyace en tu mente ¿Me atreveré a lanzarme en aras de la protección de mi integridad? ¿Una bala o unas vueltas en el pavimento y algunos huesos rotos?

Pasas seis paradas diciendo “Yo me quedo en la que viene”. Antes de descender, vuelves a auditar el perímetro del destino. Te quedan dos cuadras llaneras para llegar al trabajo. Alguien cariñosamente te palmea un hombro en señal de saludo. Lo evades con un aspaviento de arte marcial que tú mismo desconoces, antes de la azotaina logras identificar al sujeto: es tu vecino de mobiliario en la empresa.  Respiras profundamente al ingresar a tu lugar de trabajo, y como colofón agradeces mil veces al creador, el hecho de aun permanecer con vida.

 Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodriguez3
Gabógeno

También puedes hallar el artículo en:
Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.


Penurias Estudiantiles

No es una decisión tomada a la bartola. No se trata de unas vacaciones o un viaje de placer. Se trata de elegir formarse, adiestrarse, instruirse y prepararse en un lugar que cubra las expectativas que cada sujeto con libre albedrío decida. La mayoría, con la firme intención de volver algún día.  ¿Quién se va a querer ir de un país como Venezuela? 

El estudiante se va porque cree –y está en su derecho– que el percentil académico de la carrera en la cual desea titularse, se encuentra bajo un lineamiento más a la vanguardia en uno más que otro país. Además de indudablemente, querer resguardar su integridad, de todo este acervo de flagelos socio-culturales, que ignominiosamente quebranta al vigente pensamiento nacional.  No porque sea un traidor, ingrato, renegado, ni ninguno de esos soeces apelativos y remoquetes que se han adoptado hoy día para comunicarse o referirse. 

Esta oprobiosa diáspora, esta fuga de capital y talento humano, podría evitarse de miles maneras, sin embargo,  no vienen al caso en estas líneas. Las gestiones de consignación de divisas para estudiantes en el extranjero son irrisorias,  los porcentajes de ejecución por etapas son de espanto, los lapsos son grotescos e irracionales, además de incongruentes con las estructuras curriculares que brindan las universidades y centros de adiestramiento superior en el extranjero.


Y el estudiante venezolano, emprendedor como su gentilicio, se va porque desea atender al llamado perenne de la vocación, o probablemente, intuye que su pensamiento o idea podría ser más tomado en cuenta en el contexto actual de otra sociedad. Por la razón que fuere, están estos compatriotas en su derecho. Cuando se oye a un estudiante en el extranjero decir, que sobreviven gracias a la caridad de ciudadanos de otros países, lo primero que da es un sentimiento de gratitud ajeno, a todas estas personas, que comprenden las penurias que sobrellevan estos estudiantes y que aplicando el humanismo, comparten lo que probablemente les es muy duro obtener.


A todos vaya un cargado agradecimiento. En segundo lugar se genera una supina sensación de tristeza, el hecho de que los hijos de un país con tantos recursos estén pasando estas barbaries en otras latitudes. Lo más cumbre es que paisanos pueden justificar este escenario, con la indolencia de un comentario como ¿Quién los manda a irse? Por favor. 

Urge una política para solventar esta penosa situación, debe haber un canal de exclusividad para la aprobación y consignación de divisas a los estudiantes en otros territorios; si se demuestra alguna malversación bien soportada y con pruebas contundentes, se debe entonces crear un ente serio de fiscalización, con sanciones fuertes y sin excepciones. Pero que los nativos del país salgan a dar lástima –motivados por la vocación, el progreso, perseverancia y la resiliencia–,  por las absurdas gestiones de un instituto cambiario, no es justificable de ninguna manera.
Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
Gabógeno

También puedes hallar el artículo en:
Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.
Aforismo: “Los ricos ya están completos”

A propósito de lo ignominiosa que se ha convertido parte de la paremiología nacional venezolana, con la inclusión y manipulación de algunos nefastos proverbios, aparece esta irracionalidad. El dinero probablemente no sea para algunos, de las cosas más dignas y necesarias para vivir la vida, cosa que es debatible, sin embargo hay beneficios de una estabilidad económica aceptable, que bien valdría la pena cuantificar.

La holgura a la hora del proceso de toma de decisiones es uno de estos “placeres”. Elegir un sistema de salud, educativo y de urbanismo apropiados a tus demandas, esfuerzos, sacrificios y proporcional a lo que todo individuo desea para su grupo familiar, es un derecho que nadie puede arrebatar. Bien sabiendo diferenciar la codicia de la ambición, se puede hacer de esta última, una herramienta de aliento para acceder a un bienestar social equilibrado.

“Los ricos ya están completos” es una frase que viene a socavar las habilidades de emprendimiento y progreso que lleva cada venezolano, propagando uno de los antivalores y contra-principios más pútridos: el conformismo. Esta frase genera a su vez una sensación limitante que se traduce en ¿ para qué fajarme tanto si la estabilidad está colapsada? Cabe acotar, de que no todo rico es estable, y que la riqueza al igual que la pobreza, y la felicidad, dependen sine qua non de un estado de fortaleza mental, y no de unos hipotéticos e irrisorios cupos dentro de una supra o sub-sociedad.

La cultura del ahorro, el manejo de los recursos financieros, fluctuaciones de indicadores, estrategias de mercado, el conocimiento contable de las finanzas, la metamorfosis de todo escenario en una oportunidad, es el compendio de actividades que promueven más que personas ricas, seres prósperos.

De forma antagónica,  si se basan las políticas de subsistencia monetaria, en el despilfarro, la malversación y el derroche desmesurado, es absurdo pretender alcanzar algún nivel de estabilidad u holgura. 

Flanquear la intensión de medrar con estos anatemas populares, no coopera en lo absoluto a la concepción de soluciones, sino más bien a la ramificación y alcance del problema. Y es que ser “rico” no es malo, siempre y cuando el ascenso sea lógico, paulatino y congruente; Si alguien hizo una inversión, arriesgó su patrimonio, empleó su tiempo, superó recesiones, administró bonanzas, en ocasiones con austeridad, para poder disfrutar de los dividendos, la utilidad o la ganancia que genere su metodología ¿Cuál es el delito? Por eso pretender confinar la prosperidad económica de alguien con estos comentarios cargados de negativismo, es una actividad propia de quien no tiene la mínima intensión de superarse y crecer en la vida. Y aunque crecer, no es estrictamente una consecuencia económica, la administración de los recursos financieros sirve de gran ayuda.
Rodríguez R. Gabriel J.
@Gabo_rodriguez3

También puedes hallar el artículo en:
Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.




Aforismo: “Esto se lo llevó quien lo trajo”

Surgirá algún día, la metanoia cultural en donde la revolución de los valores, aplacará el libertinaje de los antivalores. De esta forma, se extinguirá la fecundación de anatemas en la actual venezolanidad. A propósito de estos contra-principios, uno de los más enraizados en el pensamiento colectivo, sin duda es el pesimismo. La primera versión del adagio titular, era bastante usada cuando se quería dictaminar que esto -la situación del país- se lo había llevado el mismísimo rey de las tinieblas. Dada la influencia religiosa del gentilicio venezolano, esta frase fue mutando en el tiempo, dejando a interpretación, un ser más ambiguo que  Lucifer: El señor “Quien lo trajo”. Asunto que perfeccionó el lema, y lo adecuó a cualquier estrato, independientemente de sus creencias, convirtiendo su alcance en algo muy sui generis


Ahora viene a lugar saber ¿Quién  lo trajo?, ¿Quién se lo llevó? La respuesta, forma parte de la costumbre de asignar culpables y responsables a una entidad mística, colocando la solución en manos de algún mítico tercero, formando así parte del problema. Soslayando el escenario más factible, es decir, la responsabilidad que yace en cada venezolano. 

Esta entidad extática suele relacionarse, con el aparato politiquero –indistintamente de la corriente-, autoridades, algún sortilegio del inframundo, algún abandono cristiano, un castigo providencial, en fin, a cualquier cosa que indulte de culpa a cada ciudadano común. Habrá quien dirá, que quienes ostentan los altos curules de la politiquería nacional –de cualquier corriente- tienen su alícuota de culpa, y probablemente sea así. 

Pero ¿Esa asunción fue divina? ¿Cómo están dónde están? De haber armado la crianza nacional, en el astillero de los valores, jamás se hubiese visto a algunos personajes, ocupando cargos de tal envergadura. Tal vez algún día se entienda, que para ser importante, previamente se debe ser útil, y no viceversa. Obviando lo politiquero y abordando lo más caquéctico, que sin duda es el aspecto social, “Esto se lo llevó quien lo trajo” se refuerza con el “no hay vuelta atrás”, más el lapidario “tiempos que se van no vuelven”, sin obviar el coloquial “estamos fritos” –¿En el aceite de la ignorancia?–, dichos que dejan un espacio muy reducido a la esperanza. 

Vaya proyección sería, si tan solo el venezolano empezara a creer en sí mismo, y en su infinito potencial. Entre muchos factores, para desarrollar un gentilicio con plenitud en la prosperidad, se necesita primeramente abolir estas sentencias tan soeces, es urgente la multiplicación de pensadores, de  gente útil –no necesariamente importante-, se necesita masa gris para mitigar el desdén, seriedad en los momentos que así ameriten, proliferar la perseverancia  y fomentar la fe. Ya que sería muy triste pensar que la fe y la esperanza, también se las llevó quien las trajo.
Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3





Érase una vez

Bendito sea este cliché. Mas al parecer, nada mejor para representar el pasado, que esta frase introito. Para quienes sufren, viven y recuerdan las glorias del Estado Anzoátegui, ha de doler mucho la letra de la afamada pieza “recordar es vivir”.

Y es que para la remembranza de muchos anzoatiguenses, las calles iluminadas del lugar a referir, cargadas de toda su baraúnda de chillidos herrumbrosos, y de factorías productivas, fue penosamente en un tiempo muy lejano. Probablemente, algunas generaciones conocieron aquí el progreso, pues de este lugar, se llevaron como conocimiento, sino el único, por lo menos el método de desarrollo más efectivo: el trabajo.

Habrán familias quienes recuerden entre otros motores de avance, envasadoras de gas, desmotadoras de algodón, fabricantes de vidrios, procesadoras de café, ensamblaje automotriz, alimentos, y todo un ambiente de producción y desarrollo multidisciplinario, que fungía como empuje motivacional del pensamiento colectivo, en donde trabajando, se construía un sólido país.

En la actualidad, este lugar es una perenne zona en reconstrucción, que por alguna extática razón, jamás acaba de estar construida. Como si aquella autóctona homérica lid, se hubiese librado en estos predios. Los que no vivieron la bonanza magnánima de este lugar, y lo ven ahora, no les sería descabellado pensar que se trata de un distrito en aislamiento, producto de algún conflicto bélico, o algún accidente nuclear. Es como si Barcelona ocultase en el lugar más fantasmagórico de sus entrañas, su propio Sarajevo, su propio Chernóbil o su propia Fukushima.

Primeramente la soledad del lugar es de ultratumba. Pareciera que hasta los ojos de sus perros, dibujaran su inhóspita condición. Su aspecto necrópolis, hace que la inscripción “Tumba de sus Tiranos”, - Base del Escudo de Armas anzoatiguense -  sea más congruente con este lugar, que con la misma gloriosa historia de Urica.

Quienes a duras penas coadyuvan con el progreso en lo que queda de este sitio, regresan a casa despavoridos, entre el fango, la inseguridad, escombros, fetidez y tolvaneras. Su vialidad es de aspecto selénico, y es que no es lo mismo decir “hay huecos en las vías”, a decir “hay vías en los huecos”. Su transporte urbano, a veces no cubre la ruta completa, debido a que los cráteres que aquí yacen, no se lo permiten.

La desidia, el desdén, el deterioro y el abandono se convirtieron en lema, de lo que a otrora era, el corazón industrial del Estado Anzoátegui. Sin embargo, entre los escombros que la vertebran, aun esta zona conserva la esperanza, de que algún ente benefactor, le haga un cariño; que alguien se apiade de su actual apariencia, y entienda  que no es lo mismo decir “Zona Industrial Los Montones”, que zona de “montones industriales”.

Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
Gabógeno




Aforismo: ¡Dios te la guarde!

Entre valores y antivalores se encuentra, el infinito poder de la palabra. Cuando se emite irresponsablemente posturas, dibujando prejuicios a diestra y siniestra, lo que principalmente se genera – además de engordar un chisme – es el inicio de una campaña silente en contra de una persona, grupo o corriente. Lo que convierte inmediatamente al emisor, no solo en un chismoso, sino también en un irresponsable. El uso desmesurado de estas conjeturas, invoca a este azote social que tanto daño hace.

Penosamente se ha hecho ya tradicional en el quehacer diario y en el modus operandi de mucha gente. La intencionalidad de estas precoces deducciones puede variar, sin embargo el uso constante, sonante, frecuente y liberal del mismo, ha conformado nuevas barreras en el propósito de crecer, que conservan algunos. De esta manera, el chisme presenta a su hermana siamés: la envidia.

Con frecuencia se escuchan frases como por ejemplo: “Ese está vendiendo drogas”, “Ese le vendió el alma al diablo”, “Ese tiene un pacto con el maligno”, “Ese trabaja para tal o cual”, “Será que tiene marido nuevo”, “Se estará acostando con un pesado”. Bendito Dios. Y el asunto no es ahondar si estos cuestionamientos sean verdaderos o falsos, pero ¿Cómo se puede inferir con tamaña irresponsabilidad y de manera tan deportiva? Peor aún ¿Cómo puede parecer gracioso? Es de muy mal gusto, además de una falta de educación, estar hablando a espaldas de los demás. Es una injusticia, tomando en cuenta, que aquel que no está, no tiene de qué manera defenderse. Además es una praxis muy marginal, recordando que marginal proviene de un margen, y no de un prototipo urbanístico. Un eminente estropicio a las posibles cualidades del prójimo.

Entrando al plano reflexivo, cabe imaginar un pueblo totalmente deslastrado de estas ilaciones y plenamente saneado de estos pensamientos viperinos: ¿no suena genial? ¿Todo un gentilicio apuntando hacia la misma dirección? El progreso. Este edén social quizá no se materialice a corto plazo, pero hay que empezar algún día. A lo que surge la pregunta ¿si no se empieza hoy, cuando? ¿Si no lo hace el mismo venezolano, quien?  

Cada quien ama a Venezuela a su forma, gusto y manera, pero ¿Cuan viables son estas maneras de amar? Hasta no renunciar a estas malas costumbres sociales, y se decida abandonar este parapeto socio-cultural que se ha venido formando con el transcurrir de las últimas décadas, va a ser muy cuesta arriba respirar y salir del atolladero. Practicando una autocrítica, se debe apuntar a la depuración de tan miserable fecundación de testimonios prejuiciosos.

Dejar de ser una secta oscura y nociva, para convertir al país en una sociedad de luz, de paz y positivismo. Cuando los aciertos de paisanos y compatriotas, empiecen a emocionar, como los aciertos personales, por fin se vislumbrará la luz del desarrollo pleno. Pues el desarrollo, en sus instancias finales se mide, en porcentajes, cifras e indicadores, pero es en los principios culturales en donde reside la clave del mismo.
Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodriguez3
Gabógeno

También puedes hallar el artículo en:

Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.
¡Con los pañales que te di!

La aberración más curiosa de esta carestía de productos, es la red de pretextos exigida para la obtención del bien. Y es que cuando se hacen esas colas interminables, desde el alba al ocaso, se podría intuir que hay garantía, de que el producto será despachado: huelga decir que no siempre es así. Pero más cumbre aun, son los requisitos de control exigidos, en donde – se recalca - la cédula de identidad no debería ser uno, ya que la gente debería salir siempre con esta. Debería.

Bien ¿Qué ocurre cuando el rubro son los pañales? Además de soportar, seriales con marcador en la piel – cual judíos en la era nazi - trueques, listas, cantidades por personas, propaganda descarada del bachaqueo, entre otras exigencias, y sine qua non, debe estar a juro la madre del niño. Quien para afianzar su identidad debe portar, Partida De Nacimiento del bebé, o en su defecto fotocopia. ¡Pero atención!, el papel sellado debe tener fotocopiado y visibles, la numeración de cada línea, firmas de funcionarios y estampillas, si no, no aplica.

Con la aparición del flagelo del bachaqueo, estas medidas se han fortificado. No conforme con lo anterior, la madre debe tener al niño en brazos: ¿algún día llegaremos a presentar la prueba del talón? ¿Se llegará al punto en donde el funcionario lea la partida, y le pregunte al bebé si realmente ese es su nombre? ¿Si las personas que lo acompañan son sus padres? Cristo redentor.

Ahora ¿Qué pasa cuando es el padre quien acude a la compra?: ¿Deberá llevar prueba de ADN? Si lamentablemente ocurrió la desaparición física de la madre ¿Deberá consignar el acta de defunción? ¿Fotos de la madre dentro del ataúd, y en vida con el neonato? ¿Y si murió dando a luz? ¿Deberán llevar las cintas satinadas de las coronas regaladas a la occisa? ¿Y si se les cayó la escarcha? Tamaña locura.

Otra hipótesis: padres divorciados o separados ¿Cédula original del padre, mas fotocopia legible de la madre? ¿Bien? No, eso no prueba nada: ¿Fotocopia del documento de identidad del nuevo cónyugue de la madre? esto para las pertinentes pesquisas en redes sociales. Bendito Dios. Si la ruptura fue por algún affaire ¿Sentencia del Tribunal Supremo de Justicia por adulterio? ¿Pruebas y material audiovisual del episodio?

Aunado a todo, se presume hacer una auditoría de uso y consumo del producto ¿Llegará el momento que debas llevar los pañales usados del paquete gastado? ¿En el contenido, habrá algún análisis métrico fecal? O, ¿tipo muestras de heces? ¿Y si escasean los colectores?

La asfixia te acorrala, y decides, volver a la antigua: pañales de tela. Te despreocupas y te acuestas a dormir. A golpe de dos y media de la madrugada, con una fuerte arritmia y de sopetón, te levantas de la cama y te das cuenta que milagrosamente ese día también admiraras de pie, desde el alba hasta el ocaso: pues tampoco tienes detergente. Dios proveerá
Rodríguez R. Gabriel J.
@Gabo_rodriguez3
Gabógeno

También puedes hallar el artículo en:
Y deja tu sugerencia, crítica o sano comentario.