Venezuela:
Sembradío de fe
Diecinueve años de amistad a Ecuador. Dos grandes
modelos de buena gente, tasadas en dos décadas de amistad, enrumbadas a
Londres. El más grande prototipo de dulzura, espiritualidad y paz, radicada en
México. Una madre adoptiva, vía al norte. Primos a Oceanía, Estados Unidos,
Tobago, entre otros. Asimismo, hectáreas de afecto y cariño, en una sequía
brutal.
Toda una vida cosechando las mejores amistades,
escogiendo con pinza, regándolas con celo, desmalezando el terreno, en aras de
obtener productos de calidad tan nutritivos como los amigos y la familia, para
que un día, de la nada, un deslave sociocultural arruine toda la siembra.
Una dura pérdida de esfuerzo y tiempo. Una triste
diáspora de talentos: periodistas, ingenieros, contables, profesionales de la
salud, catedráticos de la industria petrolera, de la educación –que tanta falta
hace– toda una legión de corazones desinflados por la zozobra y el horror, partieron
a reconstruir sus vidas en huertos más fructíferos, con mejor calidad de
cultivo.
Con todo y las fuertes raíces de estos tubérculos,
las plagas fueron acechando el cultivo: secuestros, atracos, corrupción,
ignorancia, hambre, miseria, desempleo, extinción de valores, inflación,
desabastecimiento, carestía y otras más, fueron erosionando ese límite de
tolerancia que cada quien, en su libre albedrío, decide hasta donde manejar.
Cuán difícil es ver el semillero venezolano,
esparcido entre tantos países hermanos, que en vanguardia de condiciones,
permiten germinar las habilidades de los nuestros, llevando ideas talentosas a
realidades eficientes.
El arte de extrañar se ha hecho constante en estos
hermanos, quienes en otras condiciones jamás habrían dejado su terruño. Ellos
volverán a fertilizar sus tierras, cuando la tormenta haya cesado. Y Venezuela,
la verdadera, la progresista, la que nunca debió dejar de ser, les estará
esperando con los brazos abiertos para reverdecer este inigualable conuco de
pensadores que tenemos como patria.
El día que la voluntad funja como bactericida, al rescate
de este noble pedacito de tierra, y regrese todo ese contingente de
prosperidad, Maiquetía registrará el colapso más inaudito de su historia. Es el
único “desastre”, que muchos esperamos ver. Que las colas para volver sean tanto
o más largas, que aquellas para hallar papel higiénico, pañales o desodorante.
Cuando cese esta lluvia infame,
y se logre fumigar las plagas de este diluvio, queda aquí intacta la fe, de
todos los núcleos familiares que han tenido que desintegrarse. Hermanos, aquí
siempre se les querrá, pues Venezuela es el país de todos los Venezolanos. Su verde
sembradío, los esperará con ansia.
Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodriguez3
#Gabógeno
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