viernes, 5 de junio de 2015

Con la señal de costumbre

Prescindiendo las terribles acepciones que se ha ganado la praxis política en nuestro continente, es pertinente centrarse en lo que son las labores de un parlamentario. La Asamblea Nacional, es el hemiciclo de manifestación, en donde deberían debatirse proyectos inherentes a las necesidades más demandadas de una nación.

Por tal razón, y basado en la envergadura de estas funciones, es importante postular a estos curules, a verdaderos y sesudos pensadores que logren hilvanar propuestas sensatas y cabales, con miras a soluciones factibles, efectivas y eficientes. Personajes diestros a la hora de la toma de decisiones, en aras de mitigar los flagelos que socaven a todos los venezolanos, sin distinción alguna, y con priorizaciones oportunas.   

Para que este concepto se materialice a plenitud, debe existir una amplia diversidad de pensamientos, que compenetre sus afinidades, y que de sus  incompatibilidades logren limarse cívicamente las asperezas, práctica que arrojará sin duda, una idea más labrada, diáfana  y pulcra a proponer, en donde la aprobación de la misma sea la consecuencia de una conformidad mancomunada.

Hasta ahora este escenario, es el deber ser. Lo que ocurre en Venezuela, dista mucho de este concepto. Por una inclinación primitiva, pensamos que una asamblea bicolor nos va a aportar ideas profundas. La misma tendencia nos exhorta a que teniendo la mayoría de un color –indistintamente de la naturaleza o idealismo– al estilo manadas, vamos a producir políticas gubernamentales exitosas.

Esta última  directriz es la que ha hecho, que no se discutan inconformidades, como si la verdad tuviese dueño absoluto. Como si alguna corriente fuese inequívoca, indiscutible e incuestionable. Groso error. Esta petulante costumbre es la que hace que en el escrutinio o conteo para dar consentimiento a una proposición se escuche: “Los que estén de acuerdo, con la señal de costumbre”, y que ni con una vista de soslayo, sea precozmente aprobado. En estos términos ¿Cree usted que se puede hacer política exitosa? ¿Cree usted que bajo estos juicios puede germinarse una solución?

El cromatismo de las ideas, el debate reflexivo, la pluralidad y multiplicidad de criterios, es lo que hará que de esta edificación de cúpula dorada, que en cuyo pináculo ondea perennemente nuestro pabellón nacional, salgan las ideas necesarias para reconstituir un país, un pueblo, una idiosincrasia, un gentilicio.

Yace aquí la importancia del derecho al sufragio, no solamente una moda, un color o una tendencia. No es la consagración a determinado partido político. No es seguir alimentando al fenómeno corrosivo del populismo. Votar es la responsabilidad de cada ciudadano, en incluir candidatos con propuestas vastas, reflexivas, transformadoras, prestadas a discernir, para que la bendita  “señal de costumbre” por lo menos por respeto, tarde un par de minutos en cuantificarse.

Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
Gabógeno
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