Aforismo: “Esto se lo llevó quien lo
trajo”
Surgirá algún día, la
metanoia cultural en donde la revolución de los valores, aplacará el
libertinaje de los antivalores. De esta forma, se extinguirá la fecundación de
anatemas en la actual venezolanidad. A propósito de estos contra-principios,
uno de los más enraizados en el pensamiento colectivo, sin duda es el pesimismo.
La primera versión del adagio titular, era bastante usada cuando se quería
dictaminar que esto -la situación del país- se lo había llevado el mismísimo
rey de las tinieblas. Dada la influencia religiosa del gentilicio venezolano,
esta frase fue mutando en el tiempo, dejando a interpretación, un ser más
ambiguo que Lucifer: El señor “Quien lo trajo”. Asunto que perfeccionó
el lema, y lo adecuó a cualquier estrato, independientemente de sus creencias,
convirtiendo su alcance en algo muy sui generis.
Ahora viene a lugar saber ¿Quién lo trajo?,
¿Quién se lo llevó? La respuesta, forma parte de la costumbre de asignar
culpables y responsables a una entidad mística, colocando la solución en manos
de algún mítico tercero, formando así parte del problema. Soslayando el
escenario más factible, es decir, la responsabilidad que yace en cada venezolano.
Esta entidad extática suele relacionarse, con el aparato politiquero
–indistintamente de la corriente-, autoridades, algún sortilegio del
inframundo, algún abandono cristiano, un castigo providencial, en fin, a
cualquier cosa que indulte de culpa a cada ciudadano común. Habrá quien dirá,
que quienes ostentan los altos curules de la politiquería nacional –de
cualquier corriente- tienen su alícuota de culpa, y probablemente sea así.
Pero
¿Esa asunción fue divina? ¿Cómo están dónde están? De haber armado la crianza
nacional, en el astillero de los valores, jamás se hubiese visto a algunos
personajes, ocupando cargos de tal envergadura. Tal vez algún día se entienda,
que para ser importante, previamente se debe ser útil, y no viceversa. Obviando
lo politiquero y abordando lo más caquéctico, que sin duda es el aspecto
social, “Esto se lo llevó quien lo trajo”
se refuerza con el “no hay vuelta atrás”,
más el lapidario “tiempos que se van no
vuelven”, sin obviar el coloquial “estamos fritos” –¿En el aceite de la
ignorancia?–, dichos que dejan un espacio muy reducido a la esperanza.
Vaya
proyección sería, si tan solo el venezolano empezara a creer en sí mismo, y en su
infinito potencial. Entre muchos factores, para desarrollar un gentilicio con
plenitud en la prosperidad, se necesita primeramente abolir estas sentencias
tan soeces, es urgente la multiplicación de pensadores, de gente útil –no necesariamente importante-, se
necesita masa gris para mitigar el desdén, seriedad en los momentos que así
ameriten, proliferar la perseverancia y
fomentar la fe. Ya que sería muy triste pensar que la fe y la esperanza,
también se las llevó quien las trajo.
Rodríguez
R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
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