viernes, 5 de junio de 2015



Aforismo: “Esto se lo llevó quien lo trajo”

Surgirá algún día, la metanoia cultural en donde la revolución de los valores, aplacará el libertinaje de los antivalores. De esta forma, se extinguirá la fecundación de anatemas en la actual venezolanidad. A propósito de estos contra-principios, uno de los más enraizados en el pensamiento colectivo, sin duda es el pesimismo. La primera versión del adagio titular, era bastante usada cuando se quería dictaminar que esto -la situación del país- se lo había llevado el mismísimo rey de las tinieblas. Dada la influencia religiosa del gentilicio venezolano, esta frase fue mutando en el tiempo, dejando a interpretación, un ser más ambiguo que  Lucifer: El señor “Quien lo trajo”. Asunto que perfeccionó el lema, y lo adecuó a cualquier estrato, independientemente de sus creencias, convirtiendo su alcance en algo muy sui generis


Ahora viene a lugar saber ¿Quién  lo trajo?, ¿Quién se lo llevó? La respuesta, forma parte de la costumbre de asignar culpables y responsables a una entidad mística, colocando la solución en manos de algún mítico tercero, formando así parte del problema. Soslayando el escenario más factible, es decir, la responsabilidad que yace en cada venezolano. 

Esta entidad extática suele relacionarse, con el aparato politiquero –indistintamente de la corriente-, autoridades, algún sortilegio del inframundo, algún abandono cristiano, un castigo providencial, en fin, a cualquier cosa que indulte de culpa a cada ciudadano común. Habrá quien dirá, que quienes ostentan los altos curules de la politiquería nacional –de cualquier corriente- tienen su alícuota de culpa, y probablemente sea así. 

Pero ¿Esa asunción fue divina? ¿Cómo están dónde están? De haber armado la crianza nacional, en el astillero de los valores, jamás se hubiese visto a algunos personajes, ocupando cargos de tal envergadura. Tal vez algún día se entienda, que para ser importante, previamente se debe ser útil, y no viceversa. Obviando lo politiquero y abordando lo más caquéctico, que sin duda es el aspecto social, “Esto se lo llevó quien lo trajo” se refuerza con el “no hay vuelta atrás”, más el lapidario “tiempos que se van no vuelven”, sin obviar el coloquial “estamos fritos” –¿En el aceite de la ignorancia?–, dichos que dejan un espacio muy reducido a la esperanza. 

Vaya proyección sería, si tan solo el venezolano empezara a creer en sí mismo, y en su infinito potencial. Entre muchos factores, para desarrollar un gentilicio con plenitud en la prosperidad, se necesita primeramente abolir estas sentencias tan soeces, es urgente la multiplicación de pensadores, de  gente útil –no necesariamente importante-, se necesita masa gris para mitigar el desdén, seriedad en los momentos que así ameriten, proliferar la perseverancia  y fomentar la fe. Ya que sería muy triste pensar que la fe y la esperanza, también se las llevó quien las trajo.
Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3




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