sábado, 6 de junio de 2015

Populismo

La obsolescencia de una izquierda y una derecha, como términos políticos, es eminente. Algunos acontecimientos históricos las separaron acérrimamente. Pero una tendencia, las unió, desacreditándolas: El Populismo.

El populismo es una degeneración en la forma de hacer política, muy asiduo a nivel latinoamericano, que consiste en la manipulación desmesurada de las necesidades básicas del pueblo. Es un juego que fluctúa a la par de las ilusiones y pasiones de aquellos quienes se sienten marginados de alguna forma u otra por la sociedad. Lo que el poeta romano Juvenal definió como “panem et circenses” (Pan y Circo).

Con la comida y el entretenimiento como péndulo de hipnotismo, el pueblo –en casos por debilidad mental, y en otros por conveniencia– se fue olvidando de seguridad y justicia, como principales funciones del gobierno. Praxis que emasculó a través de ignorancia inducida, los bríos de un noble pueblo, quienes aprendieron a ver en el gobierno, una figura mesiánica, un “hada madrina”.

Por otra parte, el populismo en su sarcoma de abolición a la dignidad del pueblo, proclama tal frenesí por un pueblo pobre –monetaria y culturalmente– que hace todo lo “inhumanamente” posible, por reproducirlos. Este circo, basa sus propuestas electorales en un perenne oxímoron, en regalías, un una ristra de dádivas, que van parasitando con la palabra “gratis” a sus huestes, y escamoteando con alevosía a los marginados: ¿Quién dijo que lo gratuito es bueno? Mejor dicho: ¿Quién garantiza que lo gratuito, es realmente gratis?  

Ahora, con tantas décadas de este ritornelo absurdo ¿Será posible extirpar este linfoma social del pueblo? “Te garantizaré una mejor calidad de vida, pero tú tienes que trabajar” ¿Podrá un candidato ganar comicios con esta oferta?

A corto plazo la tarea es titánica, sin embargo la solución se encuentra en casa. Formando e inculcando en nuestros jóvenes el principio de libertad y sus bondades, como el hecho no depender de nadie. Transmitir a la juventud, que un ser humano digno, no necesita de las migas de nadie. Exhortando a la profesionalización, presentar a la generación de relevo, escenarios de estado de derecho, en donde se acentúe el panorama de un “deber ser” para ir así deslastrando, las monstruosas costumbres que quedan cuando se intenta hacer de algo común, algo normal.

Empoderar a los jóvenes, con las armas más infalibles contra los sistemas represivos: el análisis y el conocimiento. Sembrando así en esta gesta, la misión de ente multiplicador del mensaje, con la más inefable herramienta de enseñanza: el ejemplo.

Cuando el populismo se vea invadido por la rescisión de la ignorancia ­–gracias a un pueblo culto–, no le quedará más opción que dar paso a la república, en el máximo esplendor de este concepto.

Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodríguez3
Gabógeno

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