viernes, 5 de junio de 2015

Aforismo: ¡Dios te la guarde!

Entre valores y antivalores se encuentra, el infinito poder de la palabra. Cuando se emite irresponsablemente posturas, dibujando prejuicios a diestra y siniestra, lo que principalmente se genera – además de engordar un chisme – es el inicio de una campaña silente en contra de una persona, grupo o corriente. Lo que convierte inmediatamente al emisor, no solo en un chismoso, sino también en un irresponsable. El uso desmesurado de estas conjeturas, invoca a este azote social que tanto daño hace.

Penosamente se ha hecho ya tradicional en el quehacer diario y en el modus operandi de mucha gente. La intencionalidad de estas precoces deducciones puede variar, sin embargo el uso constante, sonante, frecuente y liberal del mismo, ha conformado nuevas barreras en el propósito de crecer, que conservan algunos. De esta manera, el chisme presenta a su hermana siamés: la envidia.

Con frecuencia se escuchan frases como por ejemplo: “Ese está vendiendo drogas”, “Ese le vendió el alma al diablo”, “Ese tiene un pacto con el maligno”, “Ese trabaja para tal o cual”, “Será que tiene marido nuevo”, “Se estará acostando con un pesado”. Bendito Dios. Y el asunto no es ahondar si estos cuestionamientos sean verdaderos o falsos, pero ¿Cómo se puede inferir con tamaña irresponsabilidad y de manera tan deportiva? Peor aún ¿Cómo puede parecer gracioso? Es de muy mal gusto, además de una falta de educación, estar hablando a espaldas de los demás. Es una injusticia, tomando en cuenta, que aquel que no está, no tiene de qué manera defenderse. Además es una praxis muy marginal, recordando que marginal proviene de un margen, y no de un prototipo urbanístico. Un eminente estropicio a las posibles cualidades del prójimo.

Entrando al plano reflexivo, cabe imaginar un pueblo totalmente deslastrado de estas ilaciones y plenamente saneado de estos pensamientos viperinos: ¿no suena genial? ¿Todo un gentilicio apuntando hacia la misma dirección? El progreso. Este edén social quizá no se materialice a corto plazo, pero hay que empezar algún día. A lo que surge la pregunta ¿si no se empieza hoy, cuando? ¿Si no lo hace el mismo venezolano, quien?  

Cada quien ama a Venezuela a su forma, gusto y manera, pero ¿Cuan viables son estas maneras de amar? Hasta no renunciar a estas malas costumbres sociales, y se decida abandonar este parapeto socio-cultural que se ha venido formando con el transcurrir de las últimas décadas, va a ser muy cuesta arriba respirar y salir del atolladero. Practicando una autocrítica, se debe apuntar a la depuración de tan miserable fecundación de testimonios prejuiciosos.

Dejar de ser una secta oscura y nociva, para convertir al país en una sociedad de luz, de paz y positivismo. Cuando los aciertos de paisanos y compatriotas, empiecen a emocionar, como los aciertos personales, por fin se vislumbrará la luz del desarrollo pleno. Pues el desarrollo, en sus instancias finales se mide, en porcentajes, cifras e indicadores, pero es en los principios culturales en donde reside la clave del mismo.
Rodríguez R. Gabriel J.
@gabo_rodriguez3
Gabógeno

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