RESEÑA|
Grésliz Aguilera aseguró que la autoconfianza de la producción fue la clave del
éxito
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Fuente: Facebook @cortometrajeunlitro |
Un litro: 12 minutos
panorámicos acerca de la situación de un país
Estudiante
del sexto semestre, mención fotografía, de la Universidad de Los Andes (ULA) y
directora del cortometraje enfocó el guion como denuncia artística. El
microfilm toca los indicadores más neurálgicos de la realidad actual venezolana
como la escasez y el desabastecimiento
Gabriel Rodríguez 16479817 /
Sección “A” / Turno Tarde / 5to semestre / Comunicación Social / USM
Un litro es la última aventura de la Escuela de
Medios Audiovisuales de la Universidad de Los Andes (ULA). Se estrenó ayer en Anzoátegui, en la Sala Aula 2-5 del Cine
Santa María, inmersa en la expectativa por saber cuál sería la acogida del
público al leitmotiv del material. Antes de la premier, Grésliz Aguilera, directora
del cortometraje, habló de la sencillez del equipo que la acompañó en la obra,
de sus auspiciantes, de los recursos y de los desintereses individuales.
“A mí no me estaban evaluando y a ninguna de las 25
personas que hicimos el proyecto. No se estaba haciendo por una nota, ni por
dinero, sino porque creímos todos en una historia. Somos amigos, somos
compañeros que nos estamos ayudando y, es eso, creo que el cine debe hacerse en
grupo”, manifestó la merideña.
Para realizar Un litro, Aguilera armó un conjunto
inter y multidisciplinario de trabajo que reunió talentos estudiantiles con actores
de vasto currículum en la televisión criolla. Esta interacción bastó para que esta
puesta en escena se alzara con el premio a Mejor Corto Universitario Nacional
2015, entregado durante el Festival de Cine entre Largos y Cortos de Oriente
(ELCO).
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Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=6L5xiRSGZdc |
Maricela Girón, protagonista del film,
reconoció durante rueda de prensa que, en trabajos anteriores y, con mayor
inversión, según su experiencia, no se había topado con gente tan talentosa.
Además, aupó a los empresarios de medios audiovisuales a apostar por las
destrezas de los jóvenes cineastas y a recordar sus tiempos de formación
académica.
“Debo
confesar que yo he estado en producciones con mayor presupuesto pero ni con la
mitad de calidad de esta. Hay que hacer un llamado de atención a las casas
productoras cuando pierden el norte y comienzan a hacer las cosas por hacerlas.
Hay que recordarles a los productores su época de estudiantes y que tengan
cuidado porque existe una generación de relevo que le viene pisando los talones
y que está haciendo las cosas muy bien”, manifestó la actriz mirandina.
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Fuente: Facebook @cortometrajeunlitro |
Durante 12 minutos corre Un litro. Julia (Maricela
Girón), una madre virtuosa de la región andina venezolana, hace lo imposible
para conseguir leche para el desayuno de sus hijos. Va a dos bodegas en donde
su búsqueda fracasa. En el segundo comercio, en plena discusión, escucha el
llamado de José (Leonidas Urbina) quien, con intenciones picarescas, le sugiere
un canje indecente. El diálogo de la escena presenta, de manera metalingüística,
un trueque indecoroso del lácteo por “algo a cambio”.
La mujer, al parecer, acepta la proposición. Vuelve
a su casa, revisa la despensa y regresa al aparente encuentro furtivo con el
improvisado donjuán. Una vez en la vivienda del proveedor, y frente a él, ella
se acerca con actitud persuasiva, casi intercambiando alientos y le susurra que
ya tiene lo que quiere. Pero, la compensación no era la que el caballero
esperaba con ansias. El posterior desenlace produjo sinfines de risas en la
audiencia y generosos aplausos.
El guión fue reescrito en septiembre de 2015
por Aguilera y ejecutado durante el año siguiente, con exactitud desde el 31 de
enero. Al estreno acudieron 15 personas, un aforo inesperado en comparación al lanzamiento
de Cuando quiero llorar, lloro de más (2015), del
director barcelonés Miguel Otero Silva, donde hubo una concurrencia de casi
trescientas personas.
Un litro recolectó 50 mil dólares
durante su primera semana de proyección en Caracas,
cifra bastante modesta si se utiliza como baremo lo recaudado por La mamá de Ricky (2018), de la directora monaguense Liamir
Aristimuño, triplicando la utilidad del emprendimiento estudiantil.
Luego de la presentación en la capital del
país, el minifilm fue laureado como Mejor cortometraje de ficción, Mejor Actriz
y Premio Signis durante el Festival de Espiritualidad en el Cine Venezolano (FESCIVE),
entregado en Ciudad Guayana, estado Bolívar, en el año 2016.
Si algo destacó la producción fue la
pulcritud de los exteriores. El cromatismo arquitectónico de la cordillera andina
se dejó admirar a plenitud. Los encargados del audio exaltaron con meticulosidad
la fauna de esa región de la geografía nacional, mientras que el libreto
manejaba un lenguaje fresco y diáfano, cargado de la habilidad dicharachera
innata del gentilicio caribeño y su destacado sentido del humor.
“Siempre pedirle al público que apuesten a
nosotros, que vayan y nos vean, que se sienten en la sala con orgullo a ver a
sus actores, productores y directores. Somos soberanamente talentosos porque
somos buenos haciendo cosas buenas con las uñas, con pocos recursos, e
inclusive, con censura”, manifestó Marcela Girón mientras
interactuaba con colegas conexos al mundo audiovisual.
…
Nota:
esta reseña fue redactada en etapa experimental por quien suscribe, en fase de
aprendizaje ante el género periodístico. Aunque los hechos son en su mayoría
auténticos y, de dilatada investigación, la realidad fue alterada en aras de
incluir detalles sugeridos por la profesora Liamir Aristimuño durante la clase
del jueves 22 de enero de 2018.
Entre las indicaciones planteadas por la
facilitadora se encuentran: comparaciones con otros films de naturalezas
similares –en el caso de reseña de espectáculos, apéndice cine–, cifras de
recaudación, percepción de la audiencia, parte de la sinopsis, palabras de los integrantes de la producción y
el elenco de los rodajes, calidad de la imagen, del sonido y fluidez del
libreto.
Las entrevistas son reales y corresponden a
un trabajo realizado por El Nacional.
Por ende, no recomiendo el uso de este
escrito para fines didácticos, por lo menos hasta que reciba las primeras
correcciones.
–GR–