martes, 3 de octubre de 2017


SEMBLANZA/ Maximilian Kopp asegura que estudiar la cronología no lo convierte en oráculo 



“En la central (UCV) le agarré el gustico a la historia” 

El cronista oficial de Lechería, a propósito de cumplir 17 años desempeñando su oficio, hilvanó su dilatada autobiografía a estudiantes de comunicación social el pasado miércoles 2 de agosto en la Universidad Santa María

Gabriel Rodríguez 16479817 / Sección “A” / Turno Tarde / 
4to semestre / Comunicación Social / USM

La formación académica de Maximilian Kopp contempla los nombres de personajes que bien podrían ser los responsables de ese frenesí por la historia que identifica a este caraqueño. Luego de estudiar en el plantel de la petrolera Gulf de Puerto la Cruz, su escolaridad fue marcada por figuras rutilantes: Colegio “Andrés Eloy Blanco” de Barcelona, Liceo “Licenciado Diego Bautista Urbaneja” de Lechería y “Juan Manuel Cajigal”, este último también ubicado en la capital de Anzoátegui. Próceres y poetas aledaños justifican su devoción oriental. 

El 18 de mayo de 1973, de la unión de Morayma Marcano y Gerd Kopp, nació el cronista de Lechería quien, luego de culminada la década de los ochenta, viajaría a Caracas a consumar una profesión que, según su apreciación, la seleccionó por su fijación ucevista y para cumplir un formalismo. 

“Cuando me enseñan la planilla del Consejo Nacional de Universidades (CNU), yo quería estudiar comunicación social pero en la Universidad Central de Venezuela (UCV), y pedían un índice académico como de 77 puntos. Yo los tenía, pero entraban trescientos y dos mil se quedaban por fuera”, evocó. 

Luego de unos minutos de consultas internas, el escritor escuchó la sugerencia de otros jóvenes en el mismo proceso de escogencia. Agregó que cuando bajó la mirada para revisar el resto de las opciones, se topó con lo que, en sus propias palabras, sería su vocación. 

“Elegí la que me gustaba, me advirtieron que me la rechazarían, pero me aconsejaron señalar una segunda opción […] Me decían «Tienes el promedio, te la aprobarán, estudias los dos primeros semestres y después pides cambio» […] Para sorpresa mía, cuando yo vi el listín de opciones, existía una llamada «licenciatura en historia» […] Allí pedían 50 puntos, es decir, entraba sobrado. En efecto salí seleccionado en el primer listado de la UCV”, rememoró. 

¿Por qué historia?

El exeducador universitario atribuyó su inclinación hacia esta ciencia a circunstancias fortuitas e inquietudes de su infancia. Asimismo, aseguró que sus participaciones y colaboraciones en distintas sociedades y clubes simbolizaron un anclaje directo al arraigo por su oficio. 

“Mi iniciación en esta carrera fue una suma de coincidencias de la vida con destino […] A mí desde los ocho años siempre me gustó mucho el tema de leer la historia […] Estuve en las sociedades bolivarianas estudiantiles en bachillerato, participé en algunos congresos, algunos los gané, otros los perdí, otros los discutí […] Sin embargo, con el tiempo me convertí en representante de Anzoátegui para congresos nacionales de la sociedad bolivariana a nivel regional y nacional”, manifestó. 

Formador

En 2009, el licenciado en historia realizó estudios de capacitación docente en la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho (UGMA) pues, según su apreciación, necesitaba fomentar en la juventud venezolana los valores de la investigación histórica. 

“Fui profesor de la USM durante casi siete años […] Daba historia contemporánea de Venezuela en el primer semestre e historia de América en el sexto […] Me retiré por distintos motivos personales, situación económica, situación país […] Pero creo que fue un reto que asumí, en el cual coseché innumerables satisfacciones”, señaló. 

El metodólogo para la enseñanza de la historia comentó que, dentro de lo aprendido en su periplo por la docencia, lo más importante era la fase diagnóstica. De igual modo, destacó que el hacer vida en el campus, de acuerdo a sus propias palabras, también le servía como vitrina de exposición. 

“Dar clases fue loable. Me centraba mucho en la primera clase, en la imagen que muestra el alumno desde el pupitre […] Su actitud, perseverancia y dominio lo resaltaba en mi escala evaluativa […] Mi primera clase no solamente me permitía a mí darme a conocer sino que me dejaba interactuar un poco con el alumno, atender su lado humano”, expresó. 

Fijación ucevista

La casa que vence las sombras representaba un anhelo para el caraqueño. Antes de 1991, en sus primeros pasos colegiales, ya tenía claro que el colofón de su primera cita académica debía ser bajo las Nubes acústicas del artista estadounidense Alexander Calder, es decir, en el Aula Magna de la UCV. 

“En la central (UCV) le agarré el gustico a la investigación y a la historia […] Si es a bien decir, tenía buenas bases, conocimientos y estudios […] Pude haberme colado por otras profesiones, pero mi carrera, lo que fuera yo escogiera estudiar, podía ser de corte y costura para arriba, pero en la central, pues ese era mi sueño”, confesó. 

Intimidado por presiones familiares, el exlocutor reveló que, según su relato, le aterraba la idea de quedarse y hacer lo que otros querían que él fuese y no lo que él se propusiese. En igual contexto, resaltó que jamás habría estudiado en el oriente del país, porque su llamado vocacional estaba en la capital de Venezuela. 

“Mi idolatría con la central, era porque yo acá (Anzoátegui) me gradué en el año 1991 de bachiller en el liceo Cajigal […] Aquí lo más común era estudiar sociología en Cumaná, y pues no. Se podrán imaginar, mi familia empeñada en que yo estudiara derecho y me lanzaron a hacer un examen de admisión en la Santa María en Caracas. Nunca fui”, reveló. 

Ávida pluma 

Existen bicocas que muy pocos letristas tienen el tupé de darse. Con una hoja curricular henchida de éxitos, Maximilian Kopp puede jactarse de haber colaborado y redactado prominentes aportes para la historiografía nacional acompañado de figuras refulgentes del academicismo venezolano. 

“He publicado libros individuales y en grupo […] El primero se llamó Agenda histórica de la Aviación Militar en Venezuela con Vinicio Romero Martínez, hice Todos los días de Antonio José de Sucre […] también José Gregorio Monagas bienhechor de la humanidad. También hice la Agenda Histórica del Estado Anzoátegui que fue algo así como una recopilación de los artículos de Un día en Anzoátegui que luego pasó a llamarse Un día en Oriente en el diario El Tiempo […] Tengo 26 años escribiendo todos los días en El Tiempo”, finiquitó. 

Historiador, no adivino

El académico no comulga con la actitud de la sociedad actual en la que, según sus propios términos, trata de ver al historiador como una especie de vidente. En este contexto, añadió que contener un registro cronológico de acontecimientos de la línea del tiempo lo faculta para aportar soluciones.

“Hay algo muy curioso en mi carrera y es la errónea visión que nos viste de oráculos […] Nada más descabellado que eso. Como ya he explicado, la historia no se repite, se parece. Así que ese cliché de que quien no conoce su pasado está condenado a su presente o futuro, no es algo que aporte una exactitud suficiente como para hacer pronósticos basados en premoniciones”, sentenció. 

Experiencia laboral

Luego de haber publicado sus primeros dos libros sin haberse graduado, de fungir como factótum de historiadores y en distintos rotativos, asistente personal de Rafael Poleo en El Nuevo País, las puertas al reconocimiento se abrieron de forma automática para el cronista. De regreso a Anzoátegui, el diario El Tiempo sería su siguiente parada. 

“Un buen día, teniendo ya un boceto, me fui al diario El Tiempo […] Para llegar a redacción y presidencia había que subir un piso y pasa a un vigilante, el tipo no estaba […] Yo subí, la primera oficina a mano derecha, toqué la puerta y hacia el fondo estaba Gioconda de Márquez. Yo le dije «¿Usted es la directora de El Tiempo?», Me respondió que sí […] «Ah bueno, buenas tardes, yo vengo a escribir en El Tiempo». Entré, me senté dije «tengo esta investigación y quiero publicar esto». Empecé a escribir. La primera columna salió el 1 de febrero de 1991”, narró. 

Lechería

Ya en suelo morreño, el bibliófilo se abocó a la investigación. Desde el año 2000 es nombrado cronista oficial y presidente de la Fundación Consejo Editorial de la Ciudad de Lechería. La musa nunca se detuvo. 

“De vuelta a oriente, publiqué una que otra cosa como Agenda histórica de Lechería, Los símbolos del estado Anzoátegui, Cuéntame la historia y píntamela. Pero para mí los libros nunca deberían desaparecer. Uno no puede hacer el amor por internet, no se siente igual”, bromeó. 

En 1999, mientras laboraba en la Corporación de Turismo del Estado Anzoátegui (Coranztur), el diseñador del Escudo del Municipio Urbaneja coordinó el programa Una bandera oficial para Anzoátegui. Desde marzo 2001 a diciembre 2002, fue Director de Educación y Cultura encargado del Municipio Turístico El Morro “Licenciado Diego Bautista Urbaneja”.

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