jueves, 13 de julio de 2017

La siembra que nunca fue

-Potius mori quam foedari-

La siembra que nunca fue

Cada catorce de julio, recordamos el seísmo de aquel martes en París, 1789, cuando la Toma De La Bastilla da apertura a la Revolución Francesa, y su dilatada incidencia en la historia.

Misma fecha, 1816, San Fernando de Cádiz, España, muere «el Primer Venezolano Universal» o «el Precursor», Generalísimo Francisco de Miranda y Rodríguez, aquel fugitivo de la aristocracia mantuana caraqueña quien, más que un político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo venezolano, fue un pensador acérrimo. 

En igual data de 1936, el diario caraqueño Ahora, sorprende en su editorial con el título “Sembrar el petróleo”, autoría del inmortal Arturo Uslar Pietri. El leitmotiv del artículo citaba: "Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas para invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la afortunada coyuntura que permita, con su súbita riqueza, acelerar y fortificar la evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales". 

No era Nostradamus ni vidente, era un polímata quien, a través de la tinta, vaticinó, casi de modo profético, la debacle que agrieta hoy día el escenario social y económico venezolano. Un pensador frenético que instó no solo a sembrar petróleo, sino también inversión, valores humanos, cultura y educación para que la cosecha de intereses, se dilucidara como el verdadero patrimonio de su gente.

Propuso la confección de un Plan Nacional que contara con la anuencia de todos los sectores del aparato productivo, para que el día que el precio del barril mermase, Venezuela no quedase desamparada a merced de otros países u organismos, sino que ese fondo al que él denominó “siembra”, pudiese garantizar la sustentabilidad de su terruño. 

El ilustre periodista planteó también que la riqueza providencial, transitoria y automática que brinda el oro negro, debía ser reimpulsada en la inteligencia creadora del gentilicio, de forma tal, que dejásemos de ser un “país subsidiado” y diésemos paso a la “Venezuela posible”.

Hoy, se cumplen 81 años de la aparición de esas geniales letras en aquel rotativo. Un rosario de gobiernos ha desfilado al poder, y el ritornelo infinito nos condena, por escoger líderes esmerados en inocular radicalismos, idolatrías, ideologías y miedos, en vez de, en efecto, “sembrar el petróleo”, ese regalo divino de nuestros suelos, que convertimos en hecatombe, con nuestra pasividad y conformismo. 

Rodríguez R. Gabriel J.
@gabogeno







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