Un país, una esperanza
Una de las
cualidades más subversivas que bien ha sabido fortalecer esta vorágine de aparato
politiquero, es ese hipnotismo basado en atar obligaciones morales al pueblo: adjudicación
de viviendas –sin títulos de propiedad– , asignación de empleos –sin derecho a libre
albedrío–, deshonrosos sistemas de control en distribución de productos de la
cesta básica, creación cuerpos de seguridad y autoridades con un gasto público
multimillonario –sin que mermen los indicadores delictivos– adornando las
páginas de los rotativos nacionales –los pocos que quedan– de imágenes imborrables,
en donde la sangre se derrama con tanta frecuencia, que propaga una pesada
condición de normalidad. Ya la esperanza que para muchos fue este proyecto, se
esfumó cuando se tergiversaron sus principios.
Tú, servidor público, piensa que harás con tu cédula
este seis de diciembre en los comicios parlamentarios; Usted, abuelo de la
patria, que registra en sus sienes la historia de este hidalgo país, consulte
bien que hacer detrás del paraban de votación antes de presionar su opción de
preferencia. Mujer y madre luchadora, que viste depauperar tu calidad de vida y
por ende la calidad de educación de tus hijos, cree en ti, cree en la
reconciliación, cree en la tolerancia, ten fe, dale un permiso a la vida, que
ya se nos está escapando de las manos. Tú, estudiante universitario, que fuiste
carnada de los más espeluznantes experimentos ideológicos, analiza, está en tus
manos decidir el futuro en el que vas a vivir, dale el peso que merece tu carrera
y a la postre tu título, no te dejes colocar precio, tu conciencia es
invaluable, pero cuanto significa. No eres un voto amigo, eres una persona,
valórate y siéntete así.
Pero sobre todo Venezuela avívate, sal y vota, no te
abstengas. No olvides la cuantía y calidad de tus dones. No mereces elegir
entre la nada y las migajas como opciones. Recapacita, llénate de buena vibra,
colabora con el rescate, y cuenta mañana a tus nietos, que fuiste un granito de
arena valioso, en la reconstrucción de este, nuestro hermoso país.
Cerciórate que cuando la maquina te imprima ese papel,
estés aportando a las urnas un antídoto, y no más veneno. Cuando gires en la
herradura cerca de tu mesa de votación, imagina que vas dejando atrás el peso
de sentirte culpable, por la responsabilidad de seguir adelante reconstruyendo los
sueños que quedan de patria. El voto, no se guarda, no genera intereses y fuera
de contienda, no vale nada.
Hay un sector no radical que cuenta con tus ideas y potencial, para sacar adelante a nuestro terruño,
pues tus ideas son solo ahora una luz, pero mañana serán soluciones, que asistirán
a todos y cada uno de los venezolanos
sin importar color, porque Venezuela, somos todos. Señores, el día que perdamos
la fe, se habrá perdido todo. Adelante.
Rodríguez R. Gabriel J.
@Gabo_Rodríguez3
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