Aforismo: ¡Arroparse hasta donde dé la
cobija!
El poder de este axioma, es
inconmensurable. Simultáneamente transita entre el desparpajo, la disolución
sensorial y racional. Se cuela entre las comisuras del psique y se hace del pensamiento
colectivo, en el que se convierte en una herejía, el hecho de querer aspirar un
poco más. Es una limitación que confina los logros, a un percentil social prefabricado, y coloca los objetivos al
margen de un estatus mancomunado.
Pensar más allá, es como irrespetar cuanto de
mediocre tenga otro. A groso modo, este decir es una encarcelación verbal, que
aprisiona las riendas del crecimiento social. Se roba el alícuota de
factibilidad de anhelar una mejoría, secuestrando los cimientos de un
pensamiento progresista. Lo peor de este flagelo es que en casos, suele ser
hereditario. En criterio propio, es la mejor forma de enclaustrar en una frase
a la marginalidad – acotando que marginal viene de margen, y no de ningún
estatus urbanístico rural, como se acostumbra a relacionar -. “Arroparse hasta
donde de la cobija” es sencillamente vegetar. Es disponerse a enmudecer los
sueños y utopías paralelamente a como fenece el desarrollo. Es el síncope
perenne que inmortaliza el desdén y te deja en coma, absorto en el detritus
social, en el rellano en donde las ideas deciden no materializarse.
Hay una
filosófica idea de la que me he hecho: La luz quiere entrar por los recovecos
de la casa, pero hay mucho desdén y comodidad como para pararse a abrir la
ventana. Hay gente que optó por vegetar. No les culpo; no todo el mundo sabe
fajarse para obtener metas propias, por méritos propios. No todo el mundo se
tiene fe. Debemos evitar la multiplicación de un letargo de zombis pedigüeños con
la consigna: dame.
Me niego a aceptar que en esto nos convertimos. No me lo
permito. El agua ha dado al tope, el cántaro está casi a reventar. Dichosamente
a uno nunca le falta Dios, y como antítesis, hay casos de gente que se olvidó
de la cobija y salió a conquistar al mundo. Hay gente señores, que decidió
venir al mundo a pasar por la vida, y no a que la vida pasara por ellos. Personas
especialistas en romper el miedo, sin abusar del equilibrio. Compatriotas que
no esperaron oportunidades, sino que generaron las condiciones.
Debemos liberar
las ideas que la vocación nos confiere, para así transitar la vida en lo que
nos gusta, y de esta manera emanar bienestar. Atreverse y arriesgar. Y como
alguna vez no recuerdo dónde leí: insistir, persistir, resistir y nunca
desistir. Adoptar los ejemplos de prácticas exitosas –éxito no es
necesariamente sinónimo de dinero – podría modificar el rumbo socio cultural
que lamentablemente Venezuela está experimentando. Fungir como los líderes
pensadores responsables de generaciones futuras. El ejemplo, es un excelente
método de enseñanza. Ser o no ser alguien en la vida también
depende de la abolición de la fulana cobija.
Rodríguez
R. Gabriel J.
@gabo_rodrìguez3
Gabógeno
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