“Sangre y…”
Por Gabriel Rodríguez
@gabogeno
La
mítica pregunta
¿Aprueba usted el
proyecto de Reforma Constitucional con sus Títulos, Capítulos, Disposiciones
Transitorias, Derogatoria y Final; presentado en dos bloques y sancionado por
la Asamblea Nacional, con la participación del pueblo y con base en la
iniciativa del Presidente Hugo Chávez?
La
reacción
“Oriana
Fallaci, quien murió hace poco, en Las Grandes Entrevistas De La Historia, le
pregunta a Alexandros Panagoulis en algún momento de un diálogo maravilloso […]
él le dice: mira, cuando te acerques a esos grandes símbolos donde está la
historia reflejada, los grandes escudos de armas […] tú te acercas, en torno a
los cuales hay leyendas y glorias de los
hombres de la historia pasada […] tú te podrás acercar a esos escudos de armas
y podrás ver que hay como una herrumbre […] el tiempo convirtió cosas y
materias en una herrumbre […] y eso
tiene dos componentes: sangre y mierda.
Hugo R.
Chávez F.
05/12/2007
El introito es una
muestra de que hay gente a la que no le gusta perder, es más, no aceptaba perder, sí, en copretérito. Ese fue su discurso sobre el
resultado épico del 2 de diciembre de 2007 en aquel referéndum consultivo. Su
adjetivo para la victoria de la oposición, fue “mierda”, haciendo una analogía
con un pasaje, en el cual, un sublevado se refería a un espacio bastante
parecido a lo que es un panteón.
Pero no vengo a hablar de
él, tranquilos. A través de estas líneas, fijaré mi postura sobre el traslado
de los restos de Fabricio Ojeda, periodista, político y guerrillero venezolano,
al Panteón Nacional. Estoy en total desacuerdo, no por carencia de méritos,
sino por la naturaleza de quien otorga la orden.
El término “oposición” es
muy ambiguo. En países en democracia –si, un invento griego que hace años
olvidamos por aquí– “ser oposición” es
algo que fluctúa según la alternancia de las figuras en el poder. Pues, y dicho
sea de paso, un buen opositor cree fielmente en los principios de mejora
continua y deplora las aberraciones que se traman aquellos a los que les place
inmortalizarse en la tiranía.
Con corazón, hidalguía,
guáramo, luchó Fabricio Ojeda, ilustre venezolano que se gasta la bicoca de ser
“el líder político, diputado opositor y
presidente de la Junta Patriótica que derrocó la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez”. Un sujeto que hizo lo que su pensamiento le
dictó que debía hacer.
Ahora, a agarrarse de sus huesos para pretender
vender que hubiese estado de acuerdo con las políticas del régimen, es como mucho.
Un hombre que, mediante un discurso impecable, renunció a un cargo en plena Cámara
de Diputados el 30 de Junio de 1962, decepcionado por la traición de algunos
partidos a las ideas de libertad y justicia que condujeron la lucha contra la
dictadura, me cuesta creer que estaría de acuerdo con ser homenajeado por estos
sátrapas que hoy día desgobiernan a Venezuela.
Si tiene méritos o no, me
lo reservo. Que su ingreso en el mausoleo de los inmortales abrirá la brecha
para que otros personajes, quizás con menos gloria, sean galardonados, no lo
dudo.
Lo que me impacta es la
poca atención que este acto provoca en la conciencia nacional. El Poder
Jurídico por encima del Poder Legislativo. Una elección “a dedo” sobre una popular.
Todo esto, en una decisión que está más que estipulada en la Carta Magna.
El líder de esta chanza
que llaman gobierno mostraba una admiración frenética hacia el General que fue
derrocado por el periodista que hoy quieren llevar al Panteón. No sé ni cómo
redactarlo.
En ámbito etéreo, en el
cual deben pasearse tanto Hugo, como Marcos y Fabricio, me gustaría saber quién
se sentirá peor. Marcos, porque quien lo tumbó va rumbo a donde el único Pérez,
es Bonalde (para desgracia del tachirense y agrado del barinés). Hugo, porque a
un periodista –profesión a la que él detestaba– le rindan tal honor, por haber
derrocado a uno de sus ídolos. Fabricio, porque quienes lo trasladan sin su
permiso son la antítesis exacta de sus pensamientos libertarios.
Cierro mis líneas citando
a su hijo homónimo de nombre, profesión y, por lo visto, de coraje, quien
sentenció de modo lapidario su postura sobre el destino de los restos de su
viejo, con la siguiente frase:
“Yo,
que tengo sus genes y conozco su historia, no creo que si estuviera vivo mi
padre apoyaría a un gobierno como este, pero con el traslado de sus restos al
Panteón se pretende afirmar lo contrario. Homenajes así, en vez de enaltecer,
mancillan”.
Fabricio
Ojeda (hijo).
21/01/2017
PD: También me pregunto,
qué dirían Oriana y Alexandros, quienes también han de estar paseando por ahí.